martes, 22 de junio de 2010

ESTA DE DUELO POR ADELGAZAR?

Adelgazar tiene vericuetos asombrosos. Los seres humanos, a lo largo de nuestra vida, tendemos a alcanzar ciertos equilibrios para poder sobrevivir; eliminamos e incorporamos sustancias, sentimientos, roles hasta llegar al balance. A veces tomamos comida, afecto, conocimientos… Descargamos desechos, emociones, trabajo, palabras… Intuitivamente, nos ubicamos en el lugar "menos malo" que podemos...




Las personas gordas, aunque están enfermas, también han logrado cierto equilibrio. Y al comenzar a adelgazar, este equilibrio se ve amenazado. Al principio, el impulso o la euforia de ver los resultados suele cubrir la sensación de pérdida, pero con los kilos que se van, se va también un poco la motivación.



El corazón empieza a trabajar más descansado, los pulmones respiran con alivio, las rodillas crujen menos, la ropa comienza a quedar holgada, y los demás elogian la proeza de haber bajado los primeros kilos.



Entonces, la fuerza revolucionaria del principio suele decaer. Y comienza un proceso de duelo. Por el cuerpo que va cambiando, por la renuncia que se ha hecho a la forma de comer conocida, por tener que resignar ciertos roles conocidos (como el de la madre que agasaja a todos con mucha comida, por ejemplo).



Se tiene una sensación de pérdida. Si la motivación para bajar sigue siendo alta y el apoyo profesional o de grupo es bueno, el duelo será menor. Y en los casos de personas bien adaptadas psicológicamente, puede llegar a no aparecer.



Pero, en otros casos, especialmente cuando se usan métodos antinaturales o antifisiológicos como dietas muy restrictivas, es probable que aparezca el llamado cuadro de abstinencia. Usted seguramente sabe que los alcohólicos que dejan la bebida, o quien deja el cigarrillo o cualquier otra sustancia tóxica, al cabo de unos días padecen una reacción especial: una protesta del organismo ante la falta de lo que consume regularmente. En la persona gorda se puede producir lo mismo, según el grado de dependencia o adicción que tenga con la comida.



Por otra parte, al bajar de peso, algunas cosas a su alrededor también cambian. La actitud de la gente puede ser distinta de lo que usted espera. Tal vez note envidias, boicot, falta de apoyo, o simplemente que en algún momento a nadie más le llame la atención que usted esté flaco... Y esto puede producir frustración. Entonces aparece irritabilidad, falta de deseos de seguir el tratamiento, cierta tristeza, melancolía, miedos…



Conviene conocer que esto puede suceder y estar alerta para no asustarse: es posible convivir exitosamente con esa nueva persona que se refleja en el espejo. Esto dependerá del proceso de adelgazamiento que está transitando:





Buen adelgazamiento implica que usted

Mal adelgazamiento significa que usted



Hace un plan integral que incluye programa de alimentación, actividad física y educación obesológica.

Sólo hace dieta. Se basa en ayunos o dietas muy restrictivas. O tiene toda la energía puesta en el gimnasio.



No usa "preparados adelgazantes”. En todo caso, la medicación hoy aceptada internacionalmente.

Toma los preparados que le recetó el pseudohomeópata o se automedica.



Tiene expectativas adecuadas para el descenso de peso.

Tiene expectativas irreales. Quiere bajar más de lo posible.



Baja progresivamente, poco a poco.

Quiere batir un récord.



Tiene buena motivación.

Tiene una motivación pobre.



Ve más desventajas que beneficios en seguir siendo gordo.

No encontró cuáles son los beneficios de adelgazar.



Hace cambios de vida que lo ayudan a mantener su nuevo peso.

Sigue haciendo la misma vida.


A veces, el miedo al cambio es muy fuerte. Es como si la persona se dijera: “Estoy casado, tengo mi hogar, mi trabajo, limpio mi auto los sábados a la tarde, voy a casa de mis suegros los domingos al mediodía, y considero que cualquier cosa fuera de esto es una locura. No quiero fantasear con nadie, ni resultar tentador/a para nadie, mi pareja me prefiere gordito/a porque así no se siente celoso/a…”



Pero es preciso saber que cuanto más correctamente se elabore el duelo del adelgazamiento, menor será el problema para continuar. Y finalmente los resultados serán positivos en muchos aspectos. Es cuestión de aceptar el desafío.



¡Exitos!



Dr. Alberto Cormillot

lunes, 24 de mayo de 2010

Persevere con valentia y triunfara

"Un día de éstos voy a empezar a caminar"... ¡Cuántas veces lo hemos escuchado e incluso lo hemos repetido! Es increíble la infinidad de excusas que podemos encontrar para justificar la falta de acción. "Un día de éstos" significa, en realidad, ningún día.



La postergación es el arte de mantenerse siempre “a punto de" hacer algo, sin alcanzar la satisfacción de lograrlo. Esta conducta se vale del autoengaño, la ilusión de iniciar mañana algo que hoy no hacemos: es el clásico “el lunes empiezo”… También utiliza el escapismo, la falta de compromiso serio para llevar a cabo lo que se eligió; en este caso cualquier excusa parece válida: “es que estoy angustiado...”, o “con el día que tuve hoy ¡qué querés!”.



Algunas personas postergan realmente convencidas de que en algún momento van a comenzar: la postergación es su forma de vida. No llegan nunca a la acción, tal vez por el temor que les genera el fracaso (“¡otra dieta más, yo nunca bajo un gramo!”) o el éxito (“¿y si adelgazo y le gusto a alguien...?).



También están quienes juegan con el límite. Dejan todo para último momento y luego justifican los malos resultados por “falta de tiempo”. Se "ponen a dieta” una semana antes del casamiento, ayunan, se la pasan a sopa y pretenden que su organismo adelgace en siete días lo que llevaría varias semanas o meses.



Otros evitan enfrentar las situaciones que les resultan complicadas: dejan pasar el tiempo indefinidamente y se van acostumbrando a estar gordos (y aprovechan los beneficios ocultos que tiene la obesidad).



Las consecuencias de la postergación dependerán de qué es lo que deja de hacer. En relación con su salud –hacerse un chequeo médico, comenzar a hacer ejercicio o cuidar su alimentación- estará disminuyendo nada menos que su calidad de vida. Tenga presente que nadie puede obligarlo a cambiar, pero tampoco nadie puede impedirle que lo haga.





Identikit del postergador

• Espera que las situaciones se resuelvan solas.

• Cree que no está preparado para actuar y tiene miedo al fracaso, aunque difícilmente lo reconozca.

• Evita la confrontación con los demás.

• Se justifica con excusas: “no tengo tiempo”, “hace calor”, “estoy cansado”.

• Vive en función de otro (hijo, esposo/a, madre, padre).



Posterga para

• Evitar situaciones difíciles o desagradables.



• No arriesgarse, porque íntimamente se siente cómodo.

• No cometer errores. Cree que va a actuar cuando se den las condiciones que considera perfectas.

• Culpar a otros de su infelicidad.

• Evitar el posible fracaso.









Si se reconoce en este identikit más de lo que le gustaría, no desespere. Empiece por cosas tan simples como mirar a su alrededor. Haga el siguiente experimento: tire esas recetas que recortó del diario y sabe que nunca va a preparar, cambie la disposición de los muebles, arregle las cosas que últimamente se rompieron –el cuerito de la canilla, la tira de la mochila-, deshágase de la ropa que le queda chica o grande, o simplemente de la que no usa y guarda “por las dudas”…



Revise los objetos escondidos en los cajones del baño, la cocina, el dormitorio. Seguramente encontrará al menos tres cosas que ni siquiera recordaba que tenía porque hace meses o años que no necesita. Quizás descubra que eso forma parte de su pasado.



Casi de modo natural, solemos acumular cosas a las que nos acostumbramos. Algo similar pasa con las acciones que postergamos. Por eso, revisar lo que nos rodea puede ser un excelente ejercicio para mirar desde otra perspectiva –la del presente-, reclasificar y deshacernos de lo que ya perdió sentido.



Un pequeño cambio a su alrededor puede ser la llave, el gran motor para cambios más grandes. Este tipo de actitudes esconde una renovación poderosa. Usted no es el mismo de hace cinco años, ni siquiera es el mismo del año pasado… Reconocerlo le permitirá aprovechar la energía positiva del cambio.



Atrévase a cambiar lo que le disgusta. Empiece por pequeñas cosas; si no puede hacerlo solo, pida ayuda (otros no estarán tan ligados a esos objetos). Y, mientras hace esta “limpieza”, recuerde que puede ser el comienzo de una etapa de renovación… Después de todo, de usted depende cuál es el camino a seguir.







Dr. Alberto Cormillot

jueves, 29 de abril de 2010

Ponerse en movimiento

Ahora que empieza el buen tiempo, podemos aprovechar para poner el cuerpo en movimiento.
La actividad física moderada, realizada con regularidad, aporta grandes beneficios a la salud del cuerpo y la mente.

Para el cuerpo:

 Mejora el funcionamiento cardiovascular y previene enfermedades del corazón y cerebro vasculares.

 Regula la tensión sanguínea.

 Mejora el sistema respiratorio.

 Aumenta el colesterol bueno y disminuye e malo.

 Ayuda a controlar el azúcar en sangre.

 Previene la osteoporosis.

 Ayuda a eliminar calorías

 Fortalece los músculos.

 Aumenta la resistencia y la elasticidad

Para la mente:

 Produce sensación de bienestar.

 Disminuye el estrés, tensiones y ansiedad.

 Permite un sueño más tranquilo.

 Favorece el contacto social.

 Aumenta el rendimiento intelectual.

 Mejora la vida sexual y emocional.