jueves, 28 de enero de 2010

Dime cómo comes y te diré por qué no bajas

Más que la dieta o la voluntad que ponemos, son los hábitos de todos los días los que determinan la suerte de nuestro peso. Abandone los comportamientos automatizados: haga conciente y mejore su relación con la comida.

La manera en que comemos es tan importante como la cantidad y la calidad de los alimentos elegidos. Mientras la mayoría de las personas se preocupa sólo por cuántas calorías tiene una comida, algunos de los hábitos que hemos adquirido a lo largo de nuestra vida conspiran contra nuestros mejores esfuerzos para adelgazar.

Una de las razones por las cuales se come de más es porque la mayoría de las veces no nos damos cuenta de que estamos comiendo. Suele ocurrir que mientras estamos pensando en otra cosa o mirando la televisión agregamos calorías que no necesitamos.

Sin que le prestemos demasiada atención, nuestro cuerpo se acostumbra a todo lo que rodea el momento de comer. La hora en que comemos, lo que estamos haciendo durante la comida, lo que vemos, lo que escuchamos, cómo nos sentamos y muchas otras conductas "invisibles" se unen para dar forma a esta verdadera ceremonia. Muchos de estos elementos actúan como estímulos que afectan la cantidad que comemos o los alimentos que elegimos. De la misma manera, si durante el día nos topamos con un paquete de galletitas abierto, lo más probable es que tomemos unas cuantas aun cuando no se nos pasara por la cabeza cinco minutos antes.


Apague el televisor a la hora de la cena: cuando comemos sin pensar en la comida, comemos de más.



El plato sin fondo
Esto quedó demostrado con un curioso experimento que se realizó en Estados Unidos. Los investigadores hicieron que 44 personas tomaran sopa que se les servía en un bol. Sin que lo supieran, sin embargo, algunos de los platos estaban conectados por debajo de la mesa a un tubo por el cual se los volvía a llenar a medida que los pacientes comían. Esto significaba que literalmente, el plato no se vaciaba nunca.

Gracias a esto, los científicos descubrieron que las personas con los platos que volvían a llenarse sin que se dieran cuenta consumieron un 70% más de sopa que quienes tomaban en un plato normal. De acuerdo a las conclusiones del estudio, como no podían ver que el plato se vaciara, no sentían saciedad a pesar de que comían más que de costumbre.

Volver a empezar
La propuesta parece sencilla. Si nos tientan unos alfajores que encontramos "por casualidad" al abrir la alacena, ¿por qué no guardarlos en el fondo, atrás del tarro de harina y de la yerba, para que no "aparezcan" de golpe y arruinen nuestra dieta? Si cuando miramos televisión "tenemos" que tomar más cerveza, ¿por qué no apagar el aparato hasta terminar de comer?

Es cierto que los comportamientos que repetimos durante mucho tiempo terminan por "automatizarse" y son difíciles de cambiar. Pero tal como aprendimos a comer apurados o a vaciar el plato sin tener hambre, podemos aprender a corregir esas conductas y adoptar otras nuevas y más saludables. Sólo necesita ganas de intentarlo y mucha práctica. La recompensa bien vale el esfuerzo.

Para cambiar nuestra forma de comer existen distintas técnicas, algunas muy sencillas, que debemos incluir de a poco en nuestra rutina.

No se puede cambiar en dos días costumbres que hemos aprendido y practicado a lo largo de muchos años. Introduzca cambios poco a poco.



¿Qué hábitos conviene comenzar a cambiar?
* Comer rápido, al paso o masticando poco.
* Comer sin disfrutar la comida.
* Comer "automáticamente" (por ejemplo, mientras miramos televisión).
* Comer porciones muy abundantes.
* Comer hasta "limpiar" el plato.
* Comer todo el paquete o la lata de galletitas.
* Comer una porción....y otra....y otra...
* Hablar de comida todo el día.
* Hacer sobremesa sin retirar platos y fuentes.
* Comprar comida o cocinar justo en el momento en que se está "muriendo de hambre".
* Dejar o guardar alimentos tentadores a la vista.

No se permita excusas como "soy demasiado ansioso", "no tengo tiempo para sentarme a comer" o "no me gusta dejar comida en el plato". No son reales: empiece a cambiar hoy.



¿Qué hábitos conviene incorporar?
* Coma siempre sentado. Aunque no sea más que una colación liviana, evite comerla mientras camina por la calle, o parado, o mientras hace otra cosa.

* Siéntese cómodo pero erguido. No asuma una "posición de ataque" frente a la comida.

* Disfrute de cada bocado, mastique bien la comida, espere un momento entre bocado y bocado.

* Propóngase masticar al menos diez veces la comida sólida. Espere a tragar un bocado antes de servirse otro.

* Apoye los cubiertos sobre la mesa entre un bocado y otro. De esta manera hará una pausa, comerá más despacio y tomará más conciencia de estar comiendo.

* Use plato y cubiertos de postre. Lo ayudará a controlar las cantidades de comida.

* No lleve fuentes a la mesa o retírelas después de servir los platos. Tener comida a la vista puede tentarlo aunque no sienta apetito.

* Sírvase sólo una vez.

* Coma sólo de su plato. No "pique" del plato de otro, ni termine lo que otro no comió.

* Coma un caramelo 10 a 15 minutos antes de las comidas principales. Contribuirá a que sienta menos apetito.

* Comience las comidas con caldo, sopa o ensalada. Ayudan a conseguir saciedad.

* Beba mucho líquido: agua, soda, gaseosas o jugos dietéticos.

* Controle el consumo de alcohol.

* Cuando coma, dedíquese sólo a comer. Evite hacer otras actividades como mirar televisión, discutir, leer, atender el teléfono, ordenar papeles.

* Disponga la mesa en forma agradable, con mantel, flores u otros detalles que resulten atractivos.



No confíe sólo en "poner voluntad". Lo que se necesita para adelgazar y mantenerse es mucha práctica.


No intente incorporar todas las nuevas técnicas a la vez. Para comenzar, implemente aquellos recursos que considere más fáciles de aplicar en su situación, y luego vaya agregando los demás. Amplíe la lista de recursos si usted encuentra otros que le dan buen resultado.

Fuente: www.drcormillot. com

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